miércoles, 9 de diciembre de 2009

POR AMOR

Ha pasado un largo trecho desde que vertí la idea de plasmar en texto la vida de quienes nos han dejado la herencia indubitable de sus actos.
Hoy quiero regresar por cuanto siento el profundo vacio por el que atraviesa nuestra gente, aquellos que no saben a qué aferrarse para sentir que el valor de sus personas es mucho más que las circunstancias.
Son días extraños, tensos, ambiguos, tal como si hubiéramos perdido el rumbo.
Desde el temor válido por la inseguridad personal, hasta la dificultad por objetivar metas, el horizonte se aleja con prisa y sin pausa.
Es imposible en este contexto tener la serenidad adecuada para debatir porque, sencillamente, no creemos en nosotros mismos.
La liviandad, ante la ausencia de compromisos mayores, reemplazó a cuestiones que urgen y a otras que proyectan, es un dejar hacer y dejar pasar sin intervenir, casi un que sea lo que Dios quiera...
En esta suerte de enfermedad abúlica, somos los perdedores, la infelizmente llamada gente común. Nos han avanzado desde el lado que se mire y lo peor es que parecemos entregados.
En estas pocas líneas quiero convocar a que iniciemos el regreso a nuestras fuentes, que recuperemos la memoria de nuestros abuelos, padres y que ello nos sirva para plantarnos y actuar en consecuencia.
Que el amor a nuestra familias y amigos sean el empuje para decirnos, no- no es posible que nos caigamos, que permitamos ser meros espectadores o víctimas, ser un pueblo sin destino y ello empieza por nosotros mismos, por fortalecer el espíritu, por cerrar filas, por amor.

miércoles, 16 de julio de 2008

VIDAS VERDADERAS

Hola, es el tiempo de valorizar los itinerarios de vida, de aprender de ellos para encontrar rumbos que parecen haber quedado en el olvido.
Nuestros valores, aquellos que pregonamos con estridente frialdad, deben ser reformulados a la luz de una visión sencilla de la vida.
Son inmensos los problemas que nos resumen día a día a ser meramente espectadores, antes que partícipes, de nuestro destino como sociedad mancomunada.
Quizá sea el mejor de los momentos para redituar vivencias que antes de ser conflictivas, son el soporte natural de nuestros caminos, más allá del azar que nos llevará a lugares desconocidos.
Amigos, no somos aquello que nos muestra el marcketing o que nos negocian los políticos o nos confunden en un mar de espejismos, somos lo que nos propongamos ser con el invalorable auxilio de la historia.
Propongo entonces ésta página en la cual voy a contar, sin tapujos ni temores, VIDAS VERDADERAS, las que cuentan, las de todos los días, qué bueno sería que me acompañen y contribuyan a ello.
Desde ya, muchas gracias y que resulte para ustedes tan apasionante como para mí.
Miguel Requena, no más que la pluma.